

Los estándares de belleza pareciesen estar cada vez más exigentes como alterados e, indiferentemente al hecho de que, estos, son más que un reflejo irreal y, contribuyente al marco consumista que envuelve a la sociedad actual, existen quienes se toman el tiempo para moldearse a ello, por tan absurdo que les parezca a otros.
En “Frío” se evidencia gran parte de lo que conlleva dar pie al día a día bajo el llanto, ansiedad, obsesión, terror y engaño a, lo que prometería ser una “bella” subvención.
"…Cuando era una chica de verdad, con dos padres, una casa y sin cuchillos carniceros, para desayunar se servía muesli con fresas frescas por encima. Siempre desayunaba mientras leía un libro apoyado contra el frutero. En casa de Cassie comíamos gofres acompañados con sirope de arce de verdad, y no ese falso sirope de maíz, mientras leíamos los cómics del periódico…” (Anderson, Pág. 16, 2010).

“No. Debes. Comer”, se repite una y, otra y, otra y… otra vez, Lia, protagonista de “Frío” (Wintergirls), la novela de Laurie Halse Anderson que exterioriza la aseveración de dos trastornos alimenticios que, hasta la fecha, se hacen frente en muchos jóvenes.
Cassie, la mejor amiga de Lia, ha muerto. Ahora Lía no está realmente segura si, le atormenta más la idea de terminar como Cassie al mantenerse bajo la promesa de ser la más delgada del colegio o, su lucha a la constante “paranoia” que tiene al sostener todavía mirada con la “muerta” Cassie.
Si bien, tanto la bulimia como la anorexia, son trastornos cuyos síntomas resultarían ser casi silenciosos (Se toman su tiempo) y, a los que, todos, nos mostramos tan expuestos como débiles, solo es cuestión de un detonante… Una palabra, una carcajada… Un gesto no tan amable.