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Por: Zaira Zambrano

“Viajes por el scriptorium”, Paul Auster.

El lector abre ojos con “Míster Blank” y comienza a ir, a la par de este, en la búsqueda de identidad mediante inconclusas llamadas telefónicas, individuos (Personajes que, lectores de Auster, relacionarán a sus títulos anteriores: De ese modo se construye una compleja trama de encuentros y desencuentros, en la que los límites entre realidad y ficción pasan a transformarse en el eje principal de la narración. ) que pretenden no solo ayudar a refrescar la memoria del anciano, sino ajustar cuentas con su pasado, y una pila de documentos y fotografías que asemejarían dar la respuesta a todo.

 

Cabe mencionar que, al dar vuelta a las páginas y coincidir o asegurar que “Míster Blank” logrará pintar sobre su mente la línea longitudinal de su vida, la perspectiva deberá de girar hacia otro lado ya que, esta novela debe leerse, así como se haría, por ejemplo, con una de Kafka pues, es mayormente una introspección acerca de la relación entre el hombre contemporáneo y el arte.

 

Al situarse por la mitad del libro uno es capaz de encararse con el verdadero propósito del autor, por medio de un singular desglose metaficticio que figura “Míster Blank”, como parte de un ejercicio al que debe someterse para mostrar una mejoría conjetura.

Al concluir se afronta a la creatividad, desespero, tormento y regocijo que experimenta no solo el autor sino, la base que arrebuja y carga a cualquier obra artística.

 

“Con un planeamiento tan claustrofóbico y escueto se hayan conclusiones tan apasionadas como variopintas. Para algunos, muy probablemente, se trate de una obra menor. Para otros quizá sea el instrumento más claro para penetrar en el universo de su autor y desentrañar las angustias de su proceso inventivo desde la limpieza argumental de un salto mortal ejecutado desde adentro” (Anagrama Editorial, 2006).

“El señor en blanco”, o por su nombre de pila “Míster Blank” (Nuestro protagonista), es un anciano que, aparentemente se encuentra encerrado en una habitación tan blanca como su memoria y como los pocos artículos a su alrededor que intentan acogerlo.

 

¿Por qué se encuentra ahí “Míster Blank”?, ¿Qué ha hecho “Míster Blank” para mirarse dentro de cuatro paredes?, ¿Es acaso un prisionero? O… Tal vez no tanto, ¿Quiénes son aquellos individuos que ponen pie a su alcoba y perjuran conocerse?, ¿Quién es o, más bien, quién fue “Míster Blank”?

A través de interrogatorios de ese tipo es como “Viajes por el scriptorium”, va sembrando una narrativa reflexiva que poco a poco nos dirige hasta la propia significación y construcción de la esencia literaria.

 

 

Paul Auster

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