

"Dead love", Linda Watanabe.
La historia parte con Erin Orison, una joven bailarina de raíces estadounidenses que, dentro de los turbios negocios de su padre, se ve involucrada, sin saber que toma parte fundamental de ello. Erin, viaja a Japón con esa esperanza de conocer a su padre (Desconsiente a las verdaderas intenciones del mismo), y a su coreógrafo ídolo, Hiroshi Nakamura. En Japón, es recibida por un apuesto yakuza, Ryu, que actúa de guardaespaldas, y con el que se envuelve en un romance que, entre la decepción con su padre y la euforia por su triunfo frente a Nakamura, la llevan a descubrir las calles de Tokyo, antes de que el sueño de neón en el que
yace, se rompa como una pompa de jabón, despertando en una fría plancha de la morgue, renacida como… un zombie.
Se pueden crear expectativas en esta obra, así como, aspectos para tomar en cuenta antes de leerle. De ser un aficionado de la entelequia narrativa como de la novela gráfica (tipo manga) que, aunque no se hace presente, esta última, como base en la historia, el libro costeará hacia una buena perspectiva; De lo contrario, lo preferible será que se de búsqueda a otro título.
Dead love, tira de un extremo a otro, y en este tironeo, se amanceban dos posibilidades: Una donde la trama, logra innovar la idea que se tiene a los zombies y, otra donde, al concertar Gánsteres, zombies, brujos haitianos y ninjas, más que marcar originalidad, de partida a la perplejidad.
Pese a la titulación que asevera la novela, esta no encuadra completamente o gira al romance más, a lo que logra sugerir, no da entorno a una manera habitual.
“No siempre el amor hace que la persona amada se sienta feliz, a veces es terrorífico que alguien nos ame”, (Dead Love, Linda Watanabe).
