

Una delicada sonrisa iba coloreándose sobre sus labios mientras él la inundaba de veloces, aunque, profundos, besos, sobre sus mejillas.
Ambos se permitían ir entrelazando sus manos, conforme sus sonrisas se agrandaban y los besos se intensificaban.
“Te amo”, le susurraría él a su oído si el timbre de su móvil, no lo hubiese interrumpido; Se disculpa con ella y se toma unos segundos para atender la llamada.
“¿Si, diga?”, se hace escuchar a los oídos de ella, lo que daría forma sobre la conversación emergente entre un “desconocido” en la línea y, entre, a quién su “corazón” sugiere un sentimiento.
Ella observa el movimiento de aquellos labios que un momento antes, encarnaban cierto placer sobre sí misma.
¿Así era?
Sus mejillas van pintándose rojo vivo a la par del desatinar en su presión sanguínea.
Él sigue charlando, no indiferente a ella solo, dispuesto a dar un pronto termino a aquella conversación y regresar sus manos hacia las de ella.
Ella hierve.
Estalla un eufórico gritoneo. Él intenta sostener la llamada mientras la mira y le pide paciencia.
Las llamas abrasan en ella y dan vuelta ahora sobre él: No se hace oír, mucho menos a aquel “desconocido” en la línea.
Ella hierve… Ella hierve y, él, se apaga junto a la voz del “desconocido”.
“…De esa zorra, ¿No?”, él se recobra y, presta oído a parte del gritoneo en ella.
Ella le mantiene una mirada penetrante, a la que, él, le encara alicaído…
“No me dieron el puesto”, se limita a decir y se pone de pie.
Ella, se apaga…
“Te veo mañana…”, besa con delicadeza la enrojecida frente en ella y se aleja.
¿Por qué caemos en una relación tóxica?
Sí, un vínculo de pareja produce mucha pena y desdicha, así como poca alegría, aunque, a su vez, momentos de extremo goce o armonía, es probable que más que dar edificación a una ordinaria relación, se de formación a una relación tóxica (Parejas que se pelean para poder reconciliarse de acuerdo a la tensión del momento y a la liberación de adrenalina que les tiene enganchados).
El miedo a quedarse solo, al futuro, al cumplir con alguna función social, chantajes o demostrar baja autoestima, son factores que desencadenan o dan brote a una relación poco sana de la que, muy pocas veces se es consciente. Son las dos caras de la misma moneda. Eso lleva a unos a vivir como víctimas y a otros a ejercer de verdugos. Ambos roles pueden ser asumidos indistintamente por un hombre o por una mujer. El, o la, que asume el papel de víctima lo hace porque necesita reafirmar ese papel que cree que le ha tocado vivir.
Una relación tóxica, no trata de sugerir el tipo de amor que se crea merecer o no, de acuerdo a lo que se fue o es como individuo.
Por: Zaira Zambrano
